Llamen los que desean la bendición de Dios
Nos acercamos a Dios por invitación especial, y él nos espera para darnos la bienvenida a su sala de audiencia. Los primeros discípulos que siguieron a Jesús no se satisficieron con una conversación apresurada en el camino.
Jesús miró a su alrededor y vio que ellos lo seguían.
—¿Qué quieren?—les preguntó.
Ellos contestaron:
—Rabí (que significa “Maestro”), ¿dónde te hospedas?
—Vengan y vean—les dijo.
Eran como las cuatro de la tarde cuando lo acompañaron al lugar donde se hospedaba, y se quedaron el resto del día con él.
Juan 1:38-39
De la misma manera, también nosotros podemos ser admitidos a la intimidad y comunión más estrecha con Dios.
Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso.
Salmos 91:1
Llamen los que desean la bendición de Dios, y esperen a la puerta de la misericordia con firme seguridad, diciendo: “Tú, Señor, has dicho que cualquiera que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá”.