Un refugio siempre abierto
Inclina tu oído para escucharme; rescátame pronto. Sé mi roca de protección, una fortaleza donde estaré a salvo.
Salmo 31:2
El camino hacia el trono de Dios siempre está abierto. No puedes estar continuamente de rodillas en oración, pero tus peticiones silenciosas si pueden ascender constantemente a Dios en busca de fuerza y dirección. Ante las pruebas, los desafíos y las tentaciones, puedes huir al lugar secreto del Altísimo y sus brazos eternos te rodearán.